
Dar a conocer la aldea donde nací; sacar del olvido a tan querido lugar: que se acuerden de nosotros de nuestra historia y del modo de vida que tenemos en el presente y cuales son nuestras aspiraciones para el futuro, son mis intenciones.Mostrare vivencias, paisajes y hechos; no solo de Pol.
Aquí tenéis una personalisima entrada, para hacer boca...la llamaremos:
UN QUIJOTE EN LA VÍA LÁCTEA
En un lugar de la mancha, ó no muy lejos de allí, un labrador del agro gallego, cultivador de su propia huerta, regador de verdes y ajenos prados, soñaba, mirando el arado estelar, con vivir las mejores y más grandes aventuras. Contemplando la Vía Láctea, ensimismado en la fugacidad de las estrellas, asió las riendas del caballo más veloz que poseía, el pensamiento, y sin dudarlo, montó en él.
Arrancó mecido en el viento de los salgüeíeros, rodeado del orballo primaveral, cabalgó sobre las cimas de los montes galaicos en busca de la libertad.
Ataviado con su mejor armadura, espoleando su mente, derrotó al constructor de puentes, al romano avasallador, lo indujo a las creencias en las doradas aguas del olvido y a postrarse ante el astro sol pensando en el fin del mundo.
Sorteó los malos augurios que cabalgaban el los fuertes vientos, esquivo los jinetes portadores de desventuras, atravesó, velozmente, borrascosas nubes con su capa caracalla ondeando al viento, bajó la mirada al suelo y encontró la ciudad.En la urbe construida entorno a un majestuoso templo, multitud de personas andaban por sus calles sin acierto ni concierto, a pie, desdichados, desprovistos de caballos imaginarios y más aún, sin fantasía. Observó, detenidamente, gentes vestidas con uniformes de curas, militares y políticos, quienes creyéndose amos del mundo, ordenaban y regían a su imagen y semejanza. Agrupados en el burgo imponían sus criterios, ignorando a los que no pensaran como ellos. A su lado, codo con codo, caciques llenos de codicia, exentos de escrúpulos, explotaban la miseria y la pobreza.Pastores y labradores, hombres y mujeres venidos de otras tierras, atraídos por el falso resplandor de la riqueza, acudieron en busca del progreso, al encuentro de hidalgos caballeros, fueron sometidos, humillados, apeados del caballo de la ilusión y obligados a montar en los potros y jamelgos de la sumisión y entrega.El pensamiento encabritado por un fulgurante destelló, tropezó con un labriego arando una minúscula tierra, sujetando un arcaico arado romano, lleno de amor hacía sus semejantes, sin marginarlos por raza sexo ó religión. Se vio a si mismo cuan pobre era, ni asno ni rocín poseía, poca cosa para vivir tenía, pero subsistía, y fue entonces, cuando, apeándose del pensamiento, ansioso de igualdad, descubrió que había confundido los ladridos de su perro pastor con los de un galgo corredor.
Arrancó mecido en el viento de los salgüeíeros, rodeado del orballo primaveral, cabalgó sobre las cimas de los montes galaicos en busca de la libertad.
Ataviado con su mejor armadura, espoleando su mente, derrotó al constructor de puentes, al romano avasallador, lo indujo a las creencias en las doradas aguas del olvido y a postrarse ante el astro sol pensando en el fin del mundo.
Sorteó los malos augurios que cabalgaban el los fuertes vientos, esquivo los jinetes portadores de desventuras, atravesó, velozmente, borrascosas nubes con su capa caracalla ondeando al viento, bajó la mirada al suelo y encontró la ciudad.En la urbe construida entorno a un majestuoso templo, multitud de personas andaban por sus calles sin acierto ni concierto, a pie, desdichados, desprovistos de caballos imaginarios y más aún, sin fantasía. Observó, detenidamente, gentes vestidas con uniformes de curas, militares y políticos, quienes creyéndose amos del mundo, ordenaban y regían a su imagen y semejanza. Agrupados en el burgo imponían sus criterios, ignorando a los que no pensaran como ellos. A su lado, codo con codo, caciques llenos de codicia, exentos de escrúpulos, explotaban la miseria y la pobreza.Pastores y labradores, hombres y mujeres venidos de otras tierras, atraídos por el falso resplandor de la riqueza, acudieron en busca del progreso, al encuentro de hidalgos caballeros, fueron sometidos, humillados, apeados del caballo de la ilusión y obligados a montar en los potros y jamelgos de la sumisión y entrega.El pensamiento encabritado por un fulgurante destelló, tropezó con un labriego arando una minúscula tierra, sujetando un arcaico arado romano, lleno de amor hacía sus semejantes, sin marginarlos por raza sexo ó religión. Se vio a si mismo cuan pobre era, ni asno ni rocín poseía, poca cosa para vivir tenía, pero subsistía, y fue entonces, cuando, apeándose del pensamiento, ansioso de igualdad, descubrió que había confundido los ladridos de su perro pastor con los de un galgo corredor.
PEDRA DE CRISTIANAR

No te confundas con el Concello Pol: ellos tienen más importancia, al menos en la topografía, aunque nosotros somos ribeireños do Ricobo; ¡ahí es nada!, pobladores del las tierras, otrora de Tello Neira.
Pequeña aldea enclavada en el Concello de Baralla, en Galicía la tierra de la magia: paraíso para los visitantes a quien acoge con agrado y purgatorio pra os seus fillos
Cuando llegues a Baralla por la N-6, te desvías con dirección a Villasteba y en poco tiempo, pasado Aranza, te encontraras, a ambos lados de la estrada, con las casas de Pol.
Primero, a la derecha la Iglesia con su cementerio y si subes por ese camino, también a la derecha, veras la casa del cura, (la rectoral) justo enfrente de la Iglesia.
El ultimo párroco que la habitó fué D. José Benito, natural de Meira; antes de venir a Pol estuvo ejerciendo el sacerdocio por Cervantes. Me honra, desde hace muchos años, con su amistad. Vino a Madrid para casarme y a bautizar a mis hijos; también a recuperar la salud deteriorada por una lesión cardiaca.
A pouquiña auga que leva o'ricobo fai crecer unha herba rica pras facendas das casas; noutros tempos, tiña truitas, ben boas.
Mira que manzanas aquí todos tienen sus frutales: castaños
Por esté camino que va al Agro se ve la casa donde nací: la huerta; antiguamente una parte era a Aira, albergaba os palleiros da herba e da Palla e tamen acollía o can.
Panoramicas del entorno

Qeimando rastroxos


Vacas pacendo

Por aquí andan os espiritus das neboadas veigas

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